El reloj
parado
en la frágil
medianoche
marca los
minutos del tedio
sobre la
cama deshecha.
El libro
entreabierto,
releído una
y mil veces,
de Dashiell
Hammet,
habla de un
héroe solitario
que miente
al decir su nombre.
¿Cuántas
noches de insomnio
hacen falta
para acallar,
por fin, las
voces de esos
otros que
nunca fuimos?
En la eterna
madrugada
de cristales
rotos,
los tonos se
solapan,
las palabras
se confunden
y hay cierta
broma recurrente
que salpica
de humor negro
todas las
conversaciones.
Más allá de
la puerta,
la inercia
de las cosas
trabaja
incansable
para cubrir
de polvo
los
recuerdos.
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